Diciembre, 2008
INTRODUCCIÓN
En este sentido, a lo largo de este artículo, abordaremos al menos seis de los diez ítems que contiene el decálogo que resume las políticas de ajuste estructural, provenientes del Consenso de Washington - CW, enfatizando en cada uno de ellos el impacto directo de las medidas económicas en la vida de las mujeres.
No obstante existe un déficit de datos estadísticos que permitan hacer un análisis más exacto del comportamiento de los diversos indicadores durante todo el período, los datos que se muestran a continuación nos dicen mucho sobre la forma en que la Política Económica Neoliberal ha agravado las condiciones de vida de las mujeres salvadoreñas.
CONTEXTO
A partir de la llegada al poder de la derecha salvadoreña bajo la administración de Alfredo Cristiani en el año 1989, la orientación de la política económica en El Salvador ha estado enmarcada en las medidas definidas por los organismos financieros internacionales sobre la base de una ideología neoliberal, establecida en el Decálogo del Consenso de Washington,[1] como condicionante para el otorgamiento de préstamos para los países del Sur. No obstante, este condicionamiento no difería mucho de los intereses de los nuevos grupos hegemónicos en el país; por el contrario, la puesta en marcha de estas políticas instauraría un modelo económico basado en capitales especulativos, capitales “golondrina” e inversión que tiende a generar poco valor agregado y a generar mayor dinamismo de los sectores importadores.
El pensamiento dominante, en este caso además de ser patriarcal, capitalista y neoliberal, ha querido demostrar que las medidas económicas son “neutras”, sin género, sin clase, sin raza, pero la implementación y desarrollo del dictado de Washington demuestra todo lo contrario.
En este contexto de restructuración económica mundial que ha beneficiado al gran capital, la condición y posición desventajosa de las mujeres en la economía y en la sociedad se ve agravada, a través del aumento de la recarga del trabajo productivo y reproductivo que realizan las mujeres.
19 AÑOS DE POLÍTICAS ECONÓMICAS NEOLIBERALES Y SU IMPACTO EN LAS MUJERES
A lo largo del período 1989-2008, los tipos de medidas económicas adoptados por los gobiernos de ARENA se resumen a continuación:
I. REFORMA FISCAL Y REORDENAMIENTO DE LOS GASTOS DEL ESTADO
Por el lado de los ingresos, se ha priorizado la vía de los impuestos indirectos (Impuesto al Valor Agregado - IVA), y se han reducido y eliminado los impuestos directos (el Impuesto sobre la Renta y el Impuesto al Patrimonio respectivamente). El hecho de adoptar este tipo de políticas genera un impacto social regresivo, en el sentido de que se está gravando más fuertemente a las personas con menores ingresos, con el fin de beneficiar a los estratos altos de la sociedad.
En este sentido, las mujeres, siendo el sector de población más pobre y con niveles de ingresos más bajos en relación a los hombres,[2] ven agravada su situación, al asumir costos adicionales como son los impuestos, esto les disminuye la capacidad adquisitiva ya que se abastecen a precios más altos, sobre todo a la hora de adquirir bienes de consumo cotidiano principalmente para su reproducción individual y generalmente para la reproducción de su familia, como son los alimentos y medicamentos, los cuales fueron gravados con el impuesto al IVA en el periodo del ex presidente Francisco Flores (1999 – 2004).
Por el lado del gasto público, se ha procurado reducir los gastos de administración del Estado, lo que se ha hecho vía cierre de puestos de trabajo en las instituciones públicas. En el caso de la ocupación femenina, las Encuestas de Hogares de Propósitos Múltiples (EHPM) reportan que para la rama de Administración Pública y Defensa, se dio una reducción de 30,637 puestos de trabajo en el año 1998, a 24,054 en el año 2007.
Desde la medida del reordenamiento del gasto público, el CW hace una clara referencia en el aumento en el gasto de Salud y Educación. Sin embargo en El Salvador, el gasto en salud no ha visto incrementos significativos, a excepción del 1996 al 1998 donde éste llegó a representar el 8% del PIB,[3] mientras que los años siguientes el presupuesto en salud experimentó una caída, llegando a su punto más bajo de 3.4% del PIB en el 2006.
En estos casos, las mujeres han sido las principales afectadas, ya que la responsabilidad que debería de asumir el Estado en concepto del cuidado de personas enfermas, se ha resuelto a través de servicios externalizados hacia los hogares, y en ellos principalmente hacia las mujeres, a quienes históricamente se les ha impuesto la responsabilidad principal de las tareas del cuidado.
Está externalización de los servicios y los costos que estos producen, sirven de subsidio al Estado para sostener el déficit fiscal y presupuestario que resultaría de asumir los servicios de cuidado a nivel público. Parafraseando a Cristina Carrasco,[4] la mano invisible del trabajo doméstico “mucho más poderosa que la de Adam Smith”, es la que ha contribuido al equilibrio entre los ingresos y gastos del Estado, sin que este aporte sea reconocido en las cuentas nacionales.
Por otro lado, el presupuesto hacia la Rama de educación tampoco ha tenido aumentos significativos; el crecimiento en este rubro se ha estancado en los últimos 10 años, representando solamente el 2.8% con respecto al PIB. El impacto que ello tiene sobre las mujeres y la población en general, se centra en poca cobertura e insuficientes recursos para mejorar la calidad educativa y disminuir el analfabetismo que según el último censo de población, existen 712 mil 727 personas analfabetas, de las cuales 39% son hombres y 61% son mujeres.
II. Liberalización del comercio internacional, DESREGULACIÓN Y Apertura de las inversiones extranjeras directas
En El Salvador, la firma de varios (5 firmados y 2 en negociación) acuerdos comerciales como los TLC y el proceso de negociación que actualmente se está llevando a cabo con la Unión Europea, no se han impulsado con el fin de favorecer a los sectores productivos nacionales, sino más bien, para potenciar actividades de comercio, servicios, maquila (Ver Cuadros 1 y 2), e importación de bienes como los granos básicos. Así, las importaciones de Maíz proveniente de los Estados Unidos han incrementado de $88,366 mil en el año 2006 (año en que entra en vigencia el TLC entre El Salvador y Estados Unidos), a $136,573 mil en el año 2007. Asimismo, las importaciones de Arroz desde ese mismo país, han pasado de $23,726 mil para 2006, a $ 27,092 en el 2007.[5]
Lo anterior deja entrever una tendencia a la generación de mayor dinamismo en los sectores No-Agrícolas, por lo que puede esperarse por lo tanto, un incremento del fenómeno de la migración hacia las ciudades y hacia el exterior.
Para el caso de la migración interna, de acuerdo a Monzón (2007), “Más mujeres que hombres migran de zonas rurales a zonas urbanas.”. Así, en El Salvador, las mujeres que emigraron del campo a la ciudad para el año 2007 representaron un 54% de las mujeres del sector rural, frente a un 46% de hombres migrantes rurales. Los impactos negativos que se generan en su vida a partir de esta problemática, tienen relación directa con las características de la ocupación femenina en nuestro país: como puede observarse en el Cuadro No. 3, las mujeres tienden a insertarse laboralmente en actividades de comercio, servicios (sobre todo servicios domésticos) y maquila; actividades que a nivel de la economía en general, generan un valor agregado mínimo, y que a nivel particular, expone a las mujeres a condiciones salariales y laborales precarias.
De acuerdo al Informe sobre Desarrollo Humano El Salvador 2007-2008 publicado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD): “Los cuatro sectores productivos donde se concentra la fuerza de trabajo femenina (82%) tienen altos índices de subempleo, en particular para el área rural… Así, de cada 100 mujeres que trabajan en el sector comercio, 75 están en situación de subempleo en el área rural y 45 en el área urbana. En el servicio doméstico, las proporciones aumentan a 93% de subempleadas en el área rural y 81% en el área urbana.”
Por otra parte, según datos proporcionados por la organización Salvadoreños el en Mundo, la cantidad estimada de población salvadoreña residente en el exterior pasó de ser 680,000 en el año 1989, a 3,300,000 hasta el mes de abril de 2007.[6] No obstante estos datos no explican las razones para el incremento en la población, una característica importante de la migración en El Salvador es que se da en condiciones de ilegalidad,[7] por lo que es fácil deducir que la razón principal para emigrar no es el turismo, sino más bien que las condiciones de vida de la población se están agravando.
En el caso específico de las mujeres, según Quintana (2006), “El flujo de emigrantes salvadoreños(as) documentados(as) como indocumentados(as), continua adquiriendo un ritmo acelerado con manifestaciones de feminización de la misma, en los últimos años. Afectando a la mujer migrante, a las que son madres, así como a sus hijos e hijas, fenómeno que no ha sido analizado en el país. La migración de la población salvadoreña tiene como causas: la pobreza, sistema económico excluyente, falta de empleo, falta de oportunidades, oferta de trabajo con mejores salarios en el país de destino, altos índices de inseguridad en el país, enlaces sociales y familiares.” La misma investigación reporta además que el 77% de las salvadoreñas migrantes, identifican las necesidades económicas de su familia como la razón para migrar internacionalmente.
Es importante recalcar que este problema de la feminización de la migración tiene características especiales; de acuerdo a Barahona (2008), “A simple vista, el camino que recorren hombres y mujeres para llegar a Estados Unidos parece igual; sin embargo, la condición de ser “mujeres” las lleva por otras situaciones peligrosas a las que el hombre no tiene que enfrentarse… Un estudio del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) señala algunos de los riesgos que las mujeres tienen que enfrentar durante el proceso de la migración; por ejemplo, en la frontera sur de México, un 60 por ciento habría sufrido abuso sexual; un 70 algún tipo de violencia por parte de autoridades o del pollero y un 70 por ciento de las trabajadoras sexuales eran mujeres migrantes temporales, provenientes de El Salvador, Honduras y Nicaragua.”[8]
III. DESREGULACIÓN ECONÓMICA
Este tipo de medidas, se refiere a la liberalización de la actividad económica. Así, a lo largo de los últimos 19 años, se ha ido dando una reducción paulatina de las barreras arancelarias, creación de Zonas Francas y Recintos Fiscales (reforzada por los procesos de apertura comercial), la eliminación de todos los controles de precios (exceptuando el salario mínimo y el precio del transporte público). La dolarización, la liberalización de las tasas de interés y la reducción de las regulaciones al mercado laboral, son mecanismos que han aportado al acuñado neoliberal de “dejar hacer, dejar pasar”, básico para que las empresas capitalistas, que cuentan con el respaldo gubernamental, puedan obtener suntuosas ganancias, a través de la explotación de la mano de obra de las mujeres en el caso de las maquilas, y la especulación de los precios de todos los productos de consumo popular.
De acuerdo a datos del Centro para la Defensa del Consumidor (CDC, 2008), entre el mes de enero 2007 y enero 2008, el precio de la libra de frijoles ha sufrido un incremento de 68% ($0.50 a $0.84), la libra de arroz un 56.2% ($0.32 a $0.50) y la libra de Maíz, un 37.5% ($0.16 a $0.22). Situación que se traduce al costo total de la Canasta Básica Urbana, la cual de Noviembre 2007 a Febrero 2008, había experimentado un aumento de $0.55.
En contraposición, el comportamiento del Salario Mínimo Urbano ha percibido un comportamiento poco significativo a lo largo del período.
Si recordamos que las ramas de actividad económica donde suelen estar empeladas las mujeres son Comercio y Servicios, y al interior de la Industria Manufacturera, en las actividades de la Maquila Textil, y verificamos el comportamiento de los salarios mínimos de dichas actividades, podemos tener una idea bastante clara de cómo la política salarial ha golpeado fuertemente a las mujeres.
En el caso del Sector Comercio y Servicios, el salario mínimo vigente pasó de ser de $93.00 en el año 1992, a $174.00 en el año 2007. Mientras que las mujeres empleadas en el Sector Maquila, devengaban como salario mínimo, para el mismo período, $93.00 y $157.00 respectivamente.[9]
Según datos de la Dirección General de Estadística y Censos (DIGESTYC), a diciembre 2007, el valor de la Canasta Básica Alimentaria urbana por familia equivalía a $156.38, por lo que queda claro que a las mujeres empleadas del sector maquila apenas alcanzaban a cubrir el costo de dicha canasta; mientras que las empleadas en actividades de comercio y servicio, solo contaban con $17.62 para cubrir otras necesidades básicas como el costo de los servicios públicos, vivienda, vestido, etc.
Sin embargo, esta situación no parece preocuparles a las autoridades competentes, ya que el día 3 de diciembre de 2008, “el Consejo Nacional del Salario Mínimo acordó un incremento del 8% para la industria, el comercio, servicios y agro, y un 4% para la maquila de textiles, que se espera sea efectivo a partir del 1 de enero de 2009.”[10]. Esto significa que con este variación, “los trabajadores del comercio elevarán sus ingresos mensuales de 192.30 a 207.68 dólares; los de la maquila textil de 167.10 a 173.78 dólares y los de la industria de 188.10 a 203.15.”[11]
Respecto a lo anterior, es importante resaltar que las mujeres empleadas de maquila perciben menor salario debido a que en el año 2002, el gobierno tomó la decisión de hacer una diferenciación entre las Industrias de Maquila, el sector Comercio y Servicio y las demás actividades al interior del Sector Industria. Esta medida constituye una clara discriminación en contra de las trabajadoras de la maquila, cuyo salario es, muchas veces, el único aporte monetario para su subsistencia y la de su familia.
Por otra parte, las pocas regulaciones que existen por parte de las instituciones estatales al Mercado de Trabajo y los Mercados de Bienes, permiten abusos por parte de los empresarios; de tal manera que, aunque no ha entrado en vigencia todavía el aumento al salario mínimo antes mencionado, ya se está hablando de posibles consecuencias inflacionarias y de cierre de puestos de trabajo.[12]
IV. PRIVATIZACIONES
Bajo los argumentos de que existe una mayor eficiencia en el accionar de las empresas privadas, y de que los procesos de privatización significan una reducción en los gastos administrativos del Estado, en nuestro país se han ido privatizando empresas y servicios públicos como: los ingenios azucareros, la banca nacional, la consulta externa del Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS), las telecomunicaciones y los servicios de distribución de la energía eléctrica, entre otros.
Sin embargo, estos procesos lejos de mejorar la calidad de los servicios, han resultado en el encarecimiento de los mismos, y en la consecuente dificultad de acceso a ellos por parte de las familias pobres. De acuerdo a Martínez (2006), “Desde la privatización de las distribuidoras de energía eléctrica en el año 1999, los usuarios del servicio eléctrico han sufrido los efectos negativos de la privatización como resultado del aumento de las tarifas. A manera de ejemplo, para una familia con un consumo promedio mensual (154 Kwh.), la tarifa se incrementó de $7.80 en 1992 a $19.70 en enero-junio/2004… En lo que atañe a los efectos de la privatización del servicio de telefonía… para una familia promedio que en 1995 pagaba $9.30, luego de la privatización cancelaba en el año 2004 no menos de $19.70. Adicionalmente, luego de la privatización muchos servicios que tenían un carácter gratuito, pasaron a tener un costo monetario, tales como el servicio de información 114 ($0.23) y la línea de reporte de desperfectos y reclamos.”
En cuanto a los Servicios de Salud, a lo largo del año 2008 se han dado conflictos en diversos Hospitales del Sistema Nacional Salud, ya que el Sindicato Gremial de Trabajadores de Enfermería de El Salvador (SIGEESAL) ha realizado acciones de protesta por el desabastecimiento en las áreas de farmacia, cocina y lavandería (lo cual tiene una relación directa con el poco presupuesto asignado a los servicios de salud), de manera que la atención a las y los pacientes es inadecuada. Asimismo, SIGGESAL también reporta anomalías como cobros de cuotas obligatorias en hospitales del sistema nacional de salud, situaciones de mala atención y discriminación a pacientes con VIH/SIDA.[13]
Esta situación es preocupante en primer lugar porque la no existencia de medicamentos en los hospitales del sistema público de salud y la mala atención en estos, obligan a las familias a acudir a clínicas, farmacias y hospitales privados, de manera que los costos de la atención médica se incrementan.
Un segundo elemento a tomar en cuenta es que, los cobros obligatorios en los hospitales públicos, y la asignación de poco presupuesto para el Sistema Público de Salud constituyen claros rasgos de una posible privatización de los servicios de salud.
Todo esto impacta fuertemente en la vida de las mujeres en varios sentidos: por una parte, la elevación de los costos de salud generalmente implican una asunción, por parte de las mujeres, tanto de los costos monetarios de la atención médica y de los medicamentos, como de los costos del cuidado de las personas enfermas; todo esto a raíz del rol de “cuidadoras” que las mujeres juegan en la sociedad.
Por otro lado, de acuerdo a miembras de SIGGESAL, dado que la mayor parte de las mujeres salvadoreñas están empleadas en el Sector Informal, no tienen acceso a los hospitales y clínicas del Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS), por lo tanto el porcentaje mayoritario de pacientes de los hospitales públicos son mujeres, y por consecuente su privatización las afectaría en mayor proporción que a los hombres; a tal grado que (y sobre todo porque las mujeres hemos sido construidas socialmente para pensar en las demás personas antes que en nosotras mismas), probablemente, dejarían de atender sus propios problemas de salud.
A modo de conclusión, confirmamos que la política económica impulsada bajo los gobiernos neoliberales de ARENA, han generado un agravamiento en la situación específica de las mujeres, que ha llevado a fenómenos como:
Sostenimiento de las cuentas fiscales a costa de los ingresos y del trabajo gratuito de las mujeres.
1. Feminización de la migración interna y hacia el exterior.
2. Incremento en la inserción laboral de las mujeres en actividades de subempleo.
3. Sobrecarga laboral de las mujeres.
4. Externalización de los servicios de cuidado hacia las mujeres, a consecuencia del estancamiento del gasto y el presupuesto asignado al sector salud.
5. Mayor dificultad de cobertura de las necesidades básicas de las mujeres y las de sus familias.
[1] Decálogo de Washington: Disciplina Fiscal, Reordenamiento de los gastos del Estado, Reforma Fiscal, Liberalización de las tasas de interés, Tasas de cambio competitivas, Liberalización del comercio internacional, Apertura de las inversiones extranjeras directas, Privatización, Desregularización Económica y Preservación de los derechos de propiedad.
[2] Para el año 2007, el ingreso laboral promedio de las mujeres fue de $265.81, frente a $290.59 para los hombres; lo cual demuestra mayores dificultades por parte de las mujeres para asumir los costos de la Canasta Básica Alimentaria y la Canasta Básica Ampliada cuyos montos (para el área urbana), fueron en el año 2007, de $146.30 y $292.60 respectivamente. (EHPM 2007)
[3] CEPAL: Base de Datos estadísticos.
[4] Cristina Carrasco, La sostenibilidad de la Vida Humana: ¿Un asunto de Mujeres?
[5] BCR de El Salvador, Revista Trimestral Abril – Junio 2008
[6] Ver Salvadoreños en El Mundo, http://www.salvadorenosenelmundo.org/LaDiasporaenCifras
[7] Según la BBC Mundo: “Cerca de 42,000 salvadoreños fueron detenidos y posteriormente, deportados desde México entre 2006 y 2007, según datos de la Dirección General de Migración de El Salvador”. http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/latin_america/newsid_7280000/7280071.stm
[8] Artículo: “Más mujeres se suman a las filas de la migración” en Realidades del Periódico Virtual de la escuela de comunicaciones, Universidad Tecnológica de El Salvador, Edición septiembre-octubre 2008, http://lapalabra.utec.edu.sv/notas.asp?comunicaID=221
[9] Ver CDC, http://www.cdc.org.sv/documentos?token=ponencia
[10] Ver Diario Co-Latino, http://www.diariocolatino.com/es/20081205/portada/61504/
[11] Ver elsalvador.com, http://www.elsalvador.com/mwedh/nota/nota_completa.asp?idCat=6374&idArt=3097131
[12] Ver, artículos citados en Diario Co-Latino y elsalvador.com.
[13] Ver artículos en Diario Co-Latino:
http://www.diariocolatino.com/es/20080521/nacionales/55187/
http://www.diariocolatino.com/es/20081110/nacionales/60666/